jueves, 18 de marzo de 2010

En Tubul, caleta devastada por el maremoto, sus habitantes nos dan una lección de dignidad.

Testimonio escrito por Gabriel Reyes Quiroz.

Gabriel Reyes Quiroz, impulsó una campaña de ayuda solidaria para los habitantes de caleta Tubul, una de las localidades más afectadas por el terremoto y posterior tsunami del 27 de febrero. Conocedor del lugar y en especial de sus pobladores, ya que hace dos años que desarrolla allí un proyecto de certificación de origen de la pesca artesanal, este joven profesional no quiso quedarse al margen de la tragedia que se estaba viviendo y con lo que reunió junto a otros amigos, partió el 13 de marzo a entregar su aporte. Este es su testimonio de ese momento.
La tarde del sábado 13 de marzo, luego de dar la vuelta por Llico debido al puente de Tubul caído, tal y como nos propusimos, llegamos hasta la Caleta de Tubul. Es poco probable aunque haga mis mejores esfuerzos, ser capaz de transmitir, detallar la magnitud de la fuerza de la tierra y el mar en el territorio ocupado por los pescadores, algueras y habitantes de esta caleta.
Por otro lado, la gran lección de “dignidad” de la gente de Tubul es inconmensurable. Transmiten esa dignidad de haber sobrevivido, de salvar las vidas de sus hijos, hijas, abuelos y abuelas. Dicen que no piden que les regalen nada, solo quieren la certeza de tener un lugar donde volver a instalar sus casas y recomenzar. Las ayudas estatales, privadas y anónimas han llegado. Sin embargo, por largueza sus necesidades son más altas que las ayudas. Logramos apoyar a unas 50 personas correspondientes a 14 familias.
Compartimos con ellos, en su campamento a las afueras del Tubul al costado de un cerro, la entrega de las cosas que llevamos. Logramos apuntar con el cargamento de ayuda!!!. Entre otras: útiles de aseo personal, alimentos no perecibles, pañales, 12 bidones de agua de 25 y 30 litros, 20 telas de pvc de 3x3 metros, ropa seleccionada y etiquetada por sexo y talla, zapatos, zapatillas, chalecos de niño tejidos especialmente, una caja de libros, cuadernos y condoritos.
Al preguntarles respecto a sus necesidades más urgentes, no dudan en solicitar un generador pequeño de energía eléctrica. Al llegar a Santiago hemos iniciado las consultas para saber cuanto cuesta un pequeño generador. Las datos, que hasta el momento tenemos, nos dicen que cuestan por sobre los $350.000.- golpearemos puertas nuevamente y veremos si es posible lograr esa cifra.
No me cabe más que agradecer a cada uno y una de todos y todas ustedes, el apoyo, la buena energía, la generosidad y el espíritu de solidaridad puntual que significó este viaje.

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